De qué va esto?
Transcribí una entrevista en RNE a Eva Méndez usando whispers. Y luego le pedí a casper.ai (una extensión de Chrome, buenísima) que me hiciera el resumen. La extensión permite crear un tuit, un borrador de correo y tiene otras funcionalidades.
Resumen generado
Eva Méndez, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid y vicerectora adjunta de Política Científica, explica que la ciencia abierta es una actitud, un paradigma, un modelo y un movimiento que busca ser más colaborativo, transparente y eficaz. Esta se encuentra cerrada debido a barreras de pago, donde los ciudadanos tienen que pagar para acceder a la investigación científica realizada con dinero público. Esto es debido a un oligopolio de 4 o 5 editoriales científicas que cobran 170 millones en cuatro años a las universidades españolas.
El texto trata sobre la publicación científica mundial, donde el 50% se publica en abierto. Sin embargo, cuatro grandes editoriales cobran 170 millones a universidades españolas y el CSIC por leer y publicar artículos científicos. Este sistema refuerza el oligopolio de esas editoriales, además de dirigir la conducta de los investigadores. La Comisión Europea, junto con la Agencia Española de Investigación, está exigiendo que los resultados de la investigación sean publicados en revistas abiertas. Esto ha provocado un sistema de evaluación de la ciencia donde los investigadores se ven obligados a publicar en estas revistas para mantener su carrera académica. Las revistas científicas tienen un papel importante en la revisión de investigaciones.
Los investigadores a veces se ven obligados a publicar en revistas de prestigio sin fondos porque depende de ello su carrera. El «peer review» es la revisión por pares, que son los que cualifican si una investigación es apta para publicarse. Sin embargo, el prestigio no lo da la editorial, sino los pares investigadores. Para cambiar este sistema, se propone utilizar nuevas tecnologías como Inteligencia Artificial, blockchain, etc. para cambiar la forma en que se comunica y mide la ciencia, que no esté tan vinculado al prestigio de editoriales científicas. Holanda, Finlandia y Suiza son algunos países que ejemplifican políticas en favor de la ciencia abierta. El factor de impacto es un indicador que se utiliza para medir el impacto de publicaciones en revistas, pero no necesariamente refleja la calidad de la publicación.
Ana Méndez, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid y miembro de la Junta Directiva de la Coalición para la Reforma de la Evaluación de la Investigación, habla sobre el factor de impacto de las revistas y la ciencia abierta. La nueva ley de la ciencia en España promueve el acceso a los repositorios institucionales a través de la vía verde. Los oyentes pueden enviar sus preguntas a lastardes.rtv.es o a través de una nota de voz de WhatsApp al número 620-50-5450.
El texto completo del que se parte para hacer el resumen
¿Qué tratamos hoy, Aitor?
Pues el tema de hoy nos lo han propuesto varios oyentes
que nos han pedido que hablemos sobre el concepto
de la llamada ciencia abierta.
Ciencia abierta.
Bueno, para abordar esta cuestión contamos con Eva Méndez,
es profesora de la Universidad Carlos III de Madrid
y vicerectora adjunta de Política Científica de esa universidad.
Además, recientemente ha sido elegida miembro
de la Junta Directiva de la Coalición
para el Avance de la Evaluación de la Investigación.
La saludamos.
Eva, buenas tardes.
Hola, buenas tardes, ¿cómo estáis? Bienvenida, muchas gracias, Eva.
Lo primero que te vamos a pedir es una definición
de lo que es la ciencia abierta.
O sea, venís de manual, ¿no?
A la profesora le pedimos la definición.
Queremos aprender, Eva. Muy bien, muy bien.
Pues hay millones de definiciones de ciencia abierta,
pero podríamos decir que, yo qué sé, es un constructo,
como dice la Unesco, es un paradigma,
es un modelo, es un movimiento,
pero a mí lo que más me gusta decir es que es una actitud.
Y, sobre todo, lo que es es un pleonasmo,
porque esto es como lo de subir arriba o bajar abajo.
La ciencia debería ser abierta, no necesitaríamos un calificativo.
¿Pero por qué utilizamos el calificativo de abierta?
Por contraposición a cerrada, que es la ciencia actual.
Y, lamentablemente, no necesitaríamos este adjetivo
si no fuera la ciencia actual cerrada
y que utilizase un sistema de comunicación,
desde mi punto de vista, completamente anacrónico e ineficaz.
La ciencia abierta es una ciencia más colaborativa,
más transparente, más eficaz,
una ciencia con y para la sociedad
y donde le devolvamos la ciencia a los investigadores que la hacemos
y a los ciudadanos que la pagan, que es lo más importante.
Bueno, si lo necesitamos es que está cerrada,
como nos está contando, pero cerrada ¿por qué?
Es decir, ¿cuáles son esas barreras que separan
a los ciudadanos de las publicaciones científicas, de la ciencia?
Pues, básicamente, son barreras de pago.
Tú piensas que ahora mismo un ciudadano normal de a pie
no puede acceder a un artículo científico.
Accedemos, si estamos en instituciones de investigación,
si nuestras universidades pagan por acceder a eso.
Si estamos suscritos.
Efectivamente. Un modelo de suscripción, si estamos suscritos a eso.
Y si eres un ciudadano de a pie, tienes un problema de salud,
por decirle una cosa que nos afecta a todos,
el típico científico ciudadano que es un paciente,
que quiere leer un artículo científico,
tiene todo el derecho del mundo.
La ciencia es un derecho fundamental.
Todos los ciudadanos del mundo tendríamos que tener,
por la erradicación de los derechos humanos,
acceso a los resultados de la ciencia.
Pues, ese ciudadano no puede acceder.
Y le van a pedir, por ejemplo, esta mañana yo consultado un artículo,
12 euros por visualización online del artículo,
o 60 euros por descargártelo.
Pero sí es posible. O sea, pagando sí es posible.
Pero la ciencia tiene que ser abierta.
Aunque no te dediques a la ciencia.
Claro. Pero lamentablemente es ciencia que se hace con dinero público.
Claro, claro.
Hace gratuitamente por los investigadores
y que se accede a ella pagando.
Imagínate, además es una ironía y una frustración.
Yo tengo que pagar, mi universidad tiene que pagar
por acceder a mis propios artículos.
Es que es muy absurdo. No tiene ningún sentido, claro.
Bueno, usted siempre dice, que además ya lo ha comentado,
que continuamos realizando, publicando, financiando
y evaluando la investigación de la misma forma que en el siglo pasado.
¿Qué significa esto? Vamos a explicárselo bien a los oyentes.
Bueno, pues esto quiere decir que el mundo ha cambiado mucho.
La ciencia también, pero el mundo ha cambiado mucho.
Y yo lo que considero es que la transformación digital
y particularmente la web, que tiene 33 años,
en estos 33 años hemos cambiado la forma en que compramos,
la forma en la que nos relacionamos, hasta la forma en la que ligamos.
Y todo se ha, digamos, implementado en la sociedad por seducción.
Sin embargo, seguimos haciendo ciencia, como en el siglo pasado,
publicando papers y tenemos un sistema de comunicación científica
exclusivamente papercentrista,
donde lo único que cuenta en el mundo de la investigación
es que salga ese resultado que va a editar un editor científico,
que es a su vez, como yo también digo siempre,
el negocio legal más rentable que existe.
Porque es una frase de mi amiga Pilar Rico
que siempre comentamos que para ya ser más rentable
tiene que ser ilegal lo siguiente.
Pensad que las editoriales científicas hacen una ganancia
mayor que la de Google o mayor que la de Amazon.
¡Qué barbaridad!
Es un disparate.
Vamos a decir algunos nombres de esas editoriales científicas,
porque no son las habituales.
Claro, no son las que conocemos.
Uno va, por ejemplo, a la Estación de Sants,
por ejemplo, aquí en Barcelona, y no están allí.
Son otras revistas, nos estamos refiriendo a otras revistas.
Sí, hablamos de las revistas científicas,
de editoriales como Elsevier, Springer, American Chemical Society,
Taylor & Francis, es un oligopolio de 4 o 5 editoriales, diría yo,
donde se publica más del 50% de la publicación científica mundial.
Y la ciencia abierta proclama que se publique en abierto
y el negocio científico ha dicho,
pues bueno, sí, os lo publicamos en abierto,
vuelva usted a pasar por caja.
Volvemos a pasar por caja con el dinero de los ciudadanos
y con el trabajo de los investigadores.
Bueno, ya tenemos las nociones básicas sobre todo esto, Eva.
Y ahora, lee un titular de una noticia
que publicaba la semana pasada, justamente, el diario.es.
Cuatro editoriales cobran 170 millones en cuatro años
a las universidades españolas y el CSIC
por leer y publicar artículos científicos.
¿Qué podemos decir de esto? ¿Cómo lo podemos contar?
¿Qué podemos explicar?
Pues ese artículo no hace ni más ni menos que contarte el drama
que yo te estoy relatando muy rápidamente.
Eso responde a lo que llamamos los acuerdos trasformativos
de las grandes editoriales
que se pueden permitir negociar con ese tipo de conceptos.
Y yo les suelo llamar acuerdos trasformativos,
porque es un nuevo timo, la banca siempre gana.
Pensad, más o menos, para que nuestros oyentes lo entiendan bien,
cómo funciona el sistema científico habitual.
Tú eres un investigador, trabajas en una institución pública,
no somos grandes investigadores famosos,
hacemos una carrera con esto, vivimos de ello,
estamos en nuestros despachos, hacemos una investigación pública,
recibimos dinero de la Comisión Europea
o de la Agencia Española de Investigación
para hacer nuestra investigación, dinero público,
la hacemos, la pública queda publicada en revistas de pago,
pero ahora, en esta reclamación que hacen los financiadores,
sobre todo la Comisión Europea, ha potenciado muchísimo esto,
no se pueden publicar resultados de investigación
que no sean en revistas abiertas.
Y los editores dicen, muy bien, no te preocupes,
que yo te vuelva a cobrar, y ahora, en vez de pagar por leer,
vamos a pagar por leer y por publicar.
Lo que en un principio no debería ser tan mala noticia,
porque cuando me preguntan de esto, digo,
las malas, más vale publicar en abierto que no solo suscripción,
que un modelo mejor que lo malo, pues un poquito mejor.
Pero esto, al fin y al cabo, lo que hace es reforzar
el oligopolio de la editorial científica
de estas cuatro editoriales,
y además dirige la conducta de los investigadores.
Por ejemplo, yo no publicaría ni Muerta en Elsevier,
y como mi universidad tiene un contrato transformatismo
de publicar con ese editorial,
pues dirijo mis publicaciones a las editoriales,
donde hay un acuerdo de publicación,
para que podamos publicar en abierto,
que es un requisito fundamental que tenemos como investigadores
financiados con fondos públicos.
Además, publicar se ve como un privilegio, ¿no?
Claro, además es…
Es decir, ¿sólo publican los grandes investigadores
o las grandes investigaciones?
No necesariamente.
Estamos en un sistema de evaluación de la ciencia
que lamentablemente, en vez de investigar para cambiar el mundo,
parece que los investigadores hemos venido al mundo a hacer papers.
Para publicar.
Esto es como si los niños han venido al mundo para el colegio.
Pues mire, los investigadores no hemos venido para hacer papers.
Nos inventamos, nos hacemos hipótesis, a veces,
para construir papers que no son totalmente necesarios.
Mantenemos nuestra ciencia en cajones completamente estancos,
en monodisciplinares, donde controlamos el cotarro de las citas,
donde controlamos el cotarro de la publicación,
donde ya sabemos cómo funciona el sistema.
Sin embargo, el Eureka, eso pasa cuando hay
una transdisciplinaridad, una interdisciplinaridad,
y cuando se fomenta la solución de problemas reales.
Independientemente de que estos se publiquen o no.
Tu piensa, por ejemplo, Carles, que cuando el COVID,
el COVID fue un llamamiento grandísimo a la ciencia abierta.
Justo después del COVID, la Unesco ha publicado,
con un refrende de los 193 países,
una recomendación de una ciencia más equitativa.
Todo el mundo necesita colaborar científicamente.
Y hemos convertido el artículo científico en un fin en sí mismo,
cuando la investigación ha cambiado muchísimo.
Cada vez está más basada en los datos,
cada vez está más basada en las tecnologías de computación.
Y quizás lo menos importante sea el paper,
sino todo el proceso, abrir el proceso de investigación,
colaborar y descubrir vacunas en un tiempo mucho más rápido
de lo que sería hacerlo cerrado.
Lo decía porque es curioso, los medios de comunicación
damos mucha más relevancia a cualquier tipo de información científica
cuando ha sido ya publicada en revistas de este tipo.
Le damos como, no sé si más importancia o no,
pero es como un sello de calidad si han sido publicadas en esas revistas.
Claro, sí, los investigadores somos rehenes
de estas editoriales científicas
porque se supone que tienen ese prestigio
sostenido en métricas defectuosas,
desde mi punto de vista como el factor de impacto,
que se han utilizado para la evaluación científica
cuando en realidad son indicadores que se han hecho
cuando se publicaba en la imprenta,
cuando necesitábamos que llegara la revista, la biblioteca.
Es que el gran game changer es la web.
Y sin embargo, los investigadores que se supone
que somos los más listos de la película,
que somos científicos, no hemos sido capaces de transformar
y seguimos rehenes de ese sistema de publicación
y de prestigio de un mal llamado prestigio.
Y luego hay muchos elefantes en la habitación,
los rankings universitarios, la evaluación a la que estamos sometidos.
Como te decía antes, los investigadores vivimos de esto,
esto es una carrera académica.
Entonces, los jóvenes investigadores a veces se ven obligados
a publicar en estas revistas, aunque no tengan fondos,
porque depende su carrera de ello.
¿Y qué papel tienen estas revistas científicas
en la revisión de esas investigaciones?
No sé si aquí entra ese término que escuchamos muchas veces,
pero que a veces no tenemos claro,
la llamada revisión por pares en las revistas científicas.
El peer review es la revisión efectivamente por los pares,
por tus colegas, que se supone que son los que cualifican
o que dicen que tu investigación sea apta para publicarse.
Sin embargo, el prestigio, la calidad, no lo da la editorial.
La editorial te pone un loguito,
pone él, se ve allí arriba o es primero, no sé qué.
Pero el prestigio lo dan los pares, los investigadores,
que son los que están cualificados para evaluar la ciencia.
Y ese trabajo lo hacemos gratis.
Yo tengo un colega en la universidad que el otro día me comentaba
que cada vez que le pedían revisar un artículo para una revista,
que ellos cobran 10.000 euros por lo que se llama el concepto de APCs,
que es el Article Processing Charges,
que yo le llamo el impuesto revolucionario de las editoriales,
ya cobran 10.000 euros por publicar.
Publicar, siglo XXI, hacer un PDF.
Estamos hablando de esto, no estamos hablando de una imprenta
ni de una churrera, no, no, no.
Estamos hablando del siglo XXI. No hay más esfuerzo que ese.
Los evaluadores lo hacemos gratuito,
el editor en chef, el chef editor, también lo hace gratuito,
y ellos publican y todo son beneficios,
no hay un activo que produzca la edición,
más que esa edición, más que ese pretendido prestigio.
Y que lo hemos comprado, lamentablemente.
Bueno, el problema ya sabemos cuál es.
Vamos a pensar en soluciones.
Eva, ¿cómo se puede cambiar este sistema? ¿Qué hacemos?
Esa es la pregunta del millón.
Por ejemplo, lo que hemos empezado a hacer en la coalición esta,
que me acaban de elegir del Steering Board,
en la coalición para la reforma de la evaluación de la investigación.
Vamos a buscar una forma en la que los investigadores
volvamos a ser dueños de la ciencia que hacemos.
No estemos rehenes de este mundo editorial.
Y yo creo que las soluciones, desde mi punto de vista
y desde la meta investigación, que es también lo que yo hago,
es justamente buscar alternativas de comunicación
que sean más eficaces.
A mí me parece absurdo, anacrónico, ineficaz
que estemos hablando de papers
y que estemos aguantando el paper así hasta que sale en la edición.
Cuando podemos hablar de publicar datos, de reconocer datos,
sobre todo las dos vertientes que yo veo
son cambiar la forma en que nos comunicamos
y la forma en que medimos esa comunicación científica
con un rasgo general de calidad.
Ha evolucionado suficientemente la inteligencia artificial,
el blockchain, vamos a poner todos los batchwork tecnológicos
que están cambiando el mundo.
¿Por qué no vamos a ponerlos aquí también?
Para cambiar la forma en medir en la carrera académica
que no esté tan vinculada al prestigio
de determinadas editoriales científicas.
¿Y qué países serían referencia en esta cuestión?
Bueno, de políticas en favor de la ciencia abierta, ¿no?
Bueno, ahora mismo yo creo que ningún país se puede sustraer a esto
porque es parte de la investigación e innovación responsables,
es parte del era del pacto por la ciencia de la Comisión Europea,
es parte de toda la ciencia abierta, es un objetivo en sí mismo,
porque eso es devolver la ciencia a la sociedad.
Pero digamos que en Europa el liderazgo desde mi punto de vista
sería Holanda, que tiene muchísimas menos restricciones
de la evaluación científica vinculada a las revistas de calidad
o solo exclusivamente al factor de impacto,
hay otros criterios, una evaluación más cualitativa.
Holanda, Finlandia, también hay políticas en Suiza
y en otros países que tienen mucha más autonomía.
Pero curiosamente, los países en los que más se han unido
a esta coalición de cambiar la forma en que evaluamos la ciencia
son los países que tenemos una Agencia Intermediaria de Evaluación,
que está basada en estos indicadores cuantitativos
que no siempre reflejan la calidad de la publicación,
reflejan el factor de impacto, el número de citas,
que cuanto menos es un índice de popularidad,
no necesariamente de calidad y un prestigio mal entendido.
Efectivamente.
Lo mismo calidad y cantidad.
No, iba a preguntar precisamente por el factor de impacto.
¿Qué es exactamente?
Claro, el factor de impacto es un indicador
que se utiliza para medir el impacto que tienen las publicaciones.
El journal, la revista.
Yo puedo publicar, hay millones de estudios de esto que se hacen,
yo puedo publicar un artículo fantástico
en una buena revista que tiene muchas citas
y mi artículo no será citado jamás.
Pero como he llegado a publicar en un Nature,
en un Lancet, una cosa así, y además he pagado 10.000 euros
por publicarlo en abierto, y como está en abierto,
es mucho más citable, pero puede ser que no me citen jamás.
Y a la inversa, artículos mucho más buenos, que son un preprint,
sobre todo en épocas de investigación,
en temas de investigación que necesitan una inmediatez
mucho más grande, y que ese paper sea muchísimo más citado
aunque no haya detrás el prestigio editorial
supuesto de una revista.
El factor de impacto, lo que mides eso,
es el factor de impacto de la revista,
y además es un indicador que se utilizaba antiguamente
para comprar las suscripciones en las bibliotecas,
en las revistas, empresas.
Para saber cuáles había que comprar,
no para saber cuáles son las mejores.
Bueno, hay mucho que cambiar en la política científica.
Como vemos, porque si las cosas siguen así,
la ciencia va a seguir muy alejada de la sociedad,
de los ciudadanos.
Afortunadamente, la nueva ley de la ciencia en España,
el artículo 37, habla ya de ciencia abierta,
recoge este modelo, y apuesta por el acceso
de lo que se llama la vía verde,
que es que las instituciones también puedan
ser las que legitimen el acceso a un abierto
a través de los repositorios institucionales,
de las bases de datos donde los investigadores
podemos poner gratuitamente nuestros artículos
y nuestros papers, una vez que ha pasado el proceso de revisión
y todo este sistema anacrónico al que me refería antes.
Sí, sí, del siglo XVIII.
En fin, Ana Méndez, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid,
vicerectora adjunta de Política Científica y, como decíamos antes,
también miembro de la Junta Directiva de la Coalición
para la Reforma de la Evaluación de la Investigación.
Muchísimas gracias. ¿No le he llamado Eva?
Me has llamado Ana.
Ana, pues Eva, Eva.
Me estás escribiendo en un papel, Aitor.
Que es Eva, es Eva. Eva Méndez, muchas gracias.
Muchísimas gracias, Carles. Gracias por sacar este tema.
Gracias a esta otra. Gracias, Aitor.
Gracias por apuntármelo tan grande, eso de Eva.
Muchas gracias.
Y ustedes recuerden, nos pueden enviar sus preguntas,
nosotros las contestamos a lastardes.rtv.es,
lastardes.rtv.es,
o enviando una nota de voz de WhatsApp al número 620-50-5450,
620-50-5450.